Los 6 sabores en Ayurveda y su relación cuerpo – mente

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Para el Ayurveda los sabores de los alimentos y su efecto sobre el cuerpo y la mente son primordiales. En cada comida deberían estar presentes todos los sabores proporciones distintas en función de nuestra constitución o dosha. De ese modo, sentiremos la sensación de saciedad en el momento adecuado para que comamos hasta sentirnos satisfechos pero no demasiado llenos ni pesados.

En la primera fase de la digestión, el olfato y el gusto le indican al cerebro qué tipo de alimentos vamos a ingerir, y eso hace que se active todo el proceso digestivo. Antes de que el alimento llegue a la boca, al olerlo, nuestro cuerpo comienza a activar las enzimas necesarias para su correcta asimilación. Por eso, debemos ser muy conscientes a la hora de comer, observando, oliendo, saboreando e incluso tocando el alimento. La masticación es fundamental para la asimilación, ya que gracias a ella conseguimos triturar correctamente cada bocado y ensalivarlo bien para que comience su digestión.

No es lo mismo gusto y sabor. El gusto origina la bioquímica del alimento, mientras que el sabor o rasa es la química del alimento reconocida en el cerebro, es decir la percepción final de todas las cualidades del alimento: Olor, textura, temperatura, gusto e incluso el ruido al masticarlo. Y por supuesto, también influyen las memorias que tenga vinculadas al alimento. Así pues, el sabor es algo subjetivo.

En Sánscrito la palabra sabor tiene varios significados: esencia, deleite, emoción. Para el Ayurveda, el sabor es para el cuerpo lo que las emociones son para la mente. Un sabor provoca en el cuerpo su emoción correspondiente, y viceversa.

Los 6 sabores básicos en Ayurveda son combinaciones de los 5 elementos al igual que todo lo que existe. Son los siguientes:

Dulce (madhura): Tierra + agua

El sabor dulce nutre en profundidad cuerpo y mente. Aumenta la fuerza vital, favorece el enraizamiento, ayuda a regenerar tejidos y genera plenitud, saciedad y satisfacción a nivel emocional. Además, reduce el calor, hidrata y mejora la calidad de la sangre. Por supuesto, nos referimos a dulces naturales, como frutas y cereales, no al azúcar refinado.

Tomado en exceso, este sabor puede producir ablandamiento de tejidos, obesidad, mucosidad excesiva, dispepsia, diabetes, abotargamiento, tendencia a la pasividad y auto-complacencia.

Ácido o ágrio (amla): Tierra + fuego

Cuando imaginamos un alimento ácido, como el limón, probablemente no podamos evitar salivar. Esto favorece el apetito, aumenta el fuego digestivo y tonifica la fuerza hepática. Este aumento de las apetencias, también se da a nivel emocional, despertando anhelos y deseos, y llevándonos hacia la búsqueda exterior. Ideal para personas con tendencia a la apatía. Además, mejora la función cardiovascular y facilita la eliminación de desechos.

Aunque, como todo, en exceso, no es bueno, pudiendo causar irritación, anemia, sensaciones de ardor, falta de firmeza corporal, envidia, celos y, a la larga, frustración.

Salado (lavana): Fuego + Agua

Estamos ante el sabor del disfrute de la vida y del placer. Es aperitivo e incrementa la percepción de otros sabores. Mejora la digestión, estimulando la acción del páncreas, y promueve la absorción de agua, ayudando así también al tránsito intestinal. Es interesante para constituciones vata, o personas con inapetencia, ya que hace que coman más cantidad.

En exceso, este sabor puede generar inflamación, calor, hipertensión, problemas cardiacos, dermatológicos, renales y llevarnos al hedonismo extremo.

Picante (katu): Aire + Fuego

Es un sabor muy estimulante que facilita un movimiento intenso de energía de dentro hacia fuera, favoreciendo así la desintoxicación, reducción del tejido graso, fluidificación de la sangre y favorece la expresión controlada de emociones reprimidas (ira, rabia, tristeza). Es interesante para que las personas de constitución kapha salga de su inercia y pasividad, y para que personas con tendencia a la inseguridad conecten con su valor.

Su abuso provoca sequedad, ardor, vértigos, tendencia a la irritabilidad, la ira y exceso de reactividad.

Amargo (tikta): Aire + Éter

Es el sabor de la alegría innata, aunque en la naturaleza este sabor está asociado a sustancias tóxicas o que pueden parecerlo, pero que muchas veces tienen efectos terapéuticos, porque activa el hígado y la vesícula biliar. Favorece la reducción del colesterol, ayuda a que se disuelva la flema, tonifica los tejidos y los fortalece y ayuda a reducir el calor en procesos inflamatorios. Por otro lado, despierta la consciencia, favoreciendo la introspección para aclarar y ordenar la mente.

En exceso, produce entumecimiento y anquilosamiento, insatisfacción, amargura y fustración.

Astringente (kashaya): Aire + Tierra

En la boca, lo primero que observamos es su efecto secante, que se da en todo el cuerpo, reduciendo también la mucosidad y favoreciendo la acción cicatrizante y anti-infecciosa. A nivel emocional, genera introversión, fomenta la sobriedad y reduce el exceso de emotividad en personas hipersensibles.

Cuando se toma en exceso, produce temblores, flatulencia, estreñimiento, sequedad corporal y rigidez de carácter.

Como influyen los sabores en las doshas

Los seres humanos estamos constituidos por los mismos 5 elementos que los alimentos, y en función de su combinación existen tres doshas (constituciones, humores biológicos o energías vitales). En función de la “constitución” que tengamos, nos sentarán mejor unos sabores u otros. Así:

Vata (aire + éter)

Lo equilibran:Saboresdulce, ácido, salado.

Lo agravan:Sabores picante, amargo y astringente.

Pitta (fuego)

Lo equilibran:Sabores dulce, astringente y amargo.

Lo agravan:Sabores picante, ácido y salado.

Kapha (Tierra + agua)

Lo equilibran:Sabores amargo, astringente y picante.

Lo agravan:Sabores dulce, salado y ácido.

Te invito a que pruebes esta receta donde se cobinan todos los sabores 🙂

Namasté.

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