Crema de berenjena, puerros y judías verdes a la cúrcuma
Esta crema de berenjena, puerros y judías verdes a la cúrcuma es perfecta para las noches de invierno ya que nos aporta todos los nutrientes incluida proteína completa si la combinamos con semillas como sésamo, chía, semillas de girasol o de calabaza. Es deliciosa y fácil de digerir pero sacia de forma que no pases hambre cuando te vayas a la cama (sobre todo teniendo en cuenta a las horas que solemos cenar en España).
Desde el punto de vista del Ayurveda es ideal para el invierno porque combina diferentes sabores y colores, se utilizan verduras de temporada y, por supuesto, se usan especias calientes, fundamentalmente la cúrcuma, que ayuda a generar calor en el cuerpo y a aumentar el fuego digestivo. (Si quieres saber más sobre sus propiedades, las expliqué en la receta de la ensalada templada de shitake a la cúrcuma).
Os cuento un poco las principales propiedades de las verduras que he utilizado:
La berenjena mejora la circulación sanguínea, regula el colesterol y el azúcar en sangre, diurética, buena para la piel y contiene gran cantidad de fibra. A esos beneficios habría que añadir los del puerro, que disminuye la tensión arterial, aumenta las defensas y excelente para las mujeres embarazadas por la gran cantidad de folatos que contiene, y los de las judías verdes (con gran contenido en ácidos grasos omega-3, antioxidantes, excelentes para el sistema cardiovascular y fabulosas para las personas diábeticas porque disminuyen el nivel azúcar en sangre). Muchas de esas propiedades son compartidas también por el calabacín que además mejora los trastornos gastrointestinales.
Con esta deliciosa mezcla conseguimos una crema muy digestiva y depurativa.
Ingredientes
- 2 puerros grandes
- 1 berenjena pequeña
- Un buen puñado de judías verdes (unas 15 ó 20)
- 1 cebolla roja pequeña
- 1 calabacín grande
- Cúrcuma
- Estragón
- Perejil
- Raíz de jengibre rallada (al gusto)
Preparación
Se rehogan las verduras con un poco de aceite, se añade la cúrcuma y un poco de raíz de jengibre rallada (si se prefiere, esto último se puede incluir al final para presentar el plato, y para que se note con más intensidad el sabor del jengibre). Después, cuando estén un poquito hechas, se añade agua hasta cubrirlas, pero no demasiada para que no quede demasiado líquida la crema. Se calienta durante 20 minutos a fuego medio y con la olla prácticamente tapada para que no se pierdan la mayor parte de las propiedades de las verduras. Pasado ese tiempo se tritura todo en una batidora de vaso y ¡listo!
A la hora de servir se añaden algunas semillas para que sea más completo el plato (y, por qué no, que la presentación quede más bonita): girasol, sésamo, chía, cáñamo, calabaza,… un poco de perejil, estragón y cúrcuma en polvo si se quiere potenciar un poco más el sabor, o jengibre rallado. Yo hice unas setas shitake a la plancha y quedó riquísima la combinación. En el amor y en la cocina, ¡todo vale! 😉